Una de las características más notables de los Odontocetos (Cetáceos con dientes) es sin lugar a dudas la capacidad de eco-localizar que desarrollan para adaptarse al ambiente acuático, su capacidad auditiva es muy fina y a manera de metáfora se piensa que ellos son capaces de ver con el oído. Por otra parte, sabemos que el sonido viaja a una velocidad de 340 m/s en el aire y de agua 1450 y 1550 m/s en el agua, dependiendo de la salinidad y su temperatura en profundidades de menos de 2000 m.
Ahora bien, para tener una idea de la capacidad auditiva de los delfines es necesario compararla con la nuestra. Una forma de medir el sonido es registrando el número de veces que se repite en un tiempo determinado y la unidad que se utiliza para este fin son los Hertz. Los humanos somos capaces de escuchar sonidos que van de los 18 Hz a los 15 KHz (15,000 repeticiones o vibraciones por unidad de tiempo). Si nos comparamos con los delfines, la capacidad auditiva de ellos es considerablemente mayor que la nuestra, ellos pueden escuchar por arriba y por debajo de los límites humanos, por lo que todos aquellos sonidos que quedan por debajo del límite inferior humano (18 Hz) se les llama infra-sónicos y aquellos que están por arriba del límite superior humano (15 KHz) se les llama ultrasónicos.
La mayoría de los mamíferos presentan orejas que sirven para conducir el sonido hacia el oído medio y luego el interno, para de ahí pasar al cerebro, sin embargo, en el caso de los Odontocetos no sucede así, ellos no presentan orejas y se cree que el sonido no entra por el canal auditivo que tienen detrás del ojo como sucede en los demás mamíferos. Ellos han desarrollado la capacidad de eco-localizar, o sea, escuchan a través del sonido que emiten y reciben de regreso después de rebotar en aquello que es de su interés.
Los Odontocetos no presentan cuerdas vocales como nosotros, producen el sonido de dos formas, la primera es que dejan salir aire por el respiráculo de manera similar a cuando nosotros silbamos y en la segunda forma, presentan dentro de sus pasajes nasales una estructura conocida como “labios fónicos” que abren y cierran a voluntad, a través de los cuales dejan pasar aire que no sale por el respiráculo, este sonido pasa por el melón (el melón es básicamente grasa) que presentan sobre su rostro dándoles un aspecto globoso y redondo tan particular a su cabeza, este melón dirige el sonido hacia el exterior, rebota en la presa, el depredador, el fondo, la embarcación o lo que sea que estén eco-localizando y regresa a ellos para ser analizado. El sonido no lo reciben por el oído externo, en su lugar entra por su dentario o mandíbula que se compone de dos huesos largos y huecos, rellenos de grasa parecida a la del melón; esta grasa se conecta directamente con el oído medio e interno formando canales por donde viaja el sonido y de ahí viaja al cerebro. Esta forma de escuchar les permite a prescindir completamente de la vista debajo del agua si es necesario (agua turbia, oscuridad, entre otros).
La información que reciben estos Cetáceos les da información sobre el tamaño, la forma, la textura del objeto y también pueden saber si está en movimiento o estático, por ejemplo. El sonar de las toninas tiene un alcance de hasta 800 m y varía dependiendo de las características del , si es caliente o fría, si hay muchas partículas suspendidas en ella, entre otros. Recordemos que mientras más densa sea el agua (agua fría por ejemplo) el sonido viaja de mejor forma y alcanza mayores distancias. En un experimento con delfines bajo cuidado humano se determinó que las toninas son capaces de identificar un cilindro de metal de siete centímetros a una distancia de 100 m. Esta capacidad varía dependiendo del material y el tamaño del objeto a identificar.
Un dato curioso de los delfines es que ellos no se marean; en general, el oído de los mamíferos continen unos pequeños canales llamados “canales semicirculares”, contienen líquido llamado endolinfa que les permite orientarse, saber dónde es arriba, abajo, a un lado u otro. Lo que sucede en los delfines es que estos “canales semicirculares” son muy reducidos, han perdido su función y por lo tanto la gravedad no les afecta como a nosotros en tierra, pueden dar una gran cantidad de giros o vueltas sin marearse.